viernes, 1 de abril de 2011

Anda mira ni caido del cielo...

Rehacer lo hecho para que se relegue a quién lo originó, adjudicarse mérito ajeno para que se olvide quién lo trabajó, aprovechar las circunstancias para sumarse las valías de otros, y muchas maneras más de decir al fin y al cabo lo mismo, engañar para sacar tajada y lucrarse inmerecidamente, tanto con vil metal como con palmaditas en la espalda, placas en paredes o fotos de falsas y soberbias sonrisas en boletines de información.

Ese es el nivel integridad de la gran mayoría de personajes de la vida social en la que nos toca vivir, es la altura moral de muchos de aquellos que quieren o anhelan ser representantes de las gentes.

Tanto se hincha el ego, o tenemos miedo a que nuestra imagen se deteriore, que se nos olvida el mínimo nivel ético de saber decir, "gracias", a quién se lo merece, tan fácil es olvidar el esfuerzo y el tesón de los que han bregado días, semanas, meses incluso años, para conseguir ese avance, esa prosperidad, que no somos capaces de aceptar un segundo plano en la tan ansiada foto, para que las horas gastadas y el sudor derramado tenga su justo y moralmente humano agradecemiento.

La representación social ha derivado en el infame e inmoral camino de "cuanto más delante" mejor; negando, olvidando, menospreciando, vilipendiando, relegando e incluso burlándose de las personas (y su sacrificio) que realmente consiguienron la ganancia, y esto ya no es un problema de formas o talantes, es una cuestión de haber matado por egoismo, el hecho, de que somo animales sociales, para quedarnos siendo, solo animales (aunque algunos, la verdad sea dicha, no llegan ni a ser animales)